El Taxista y Alan García
No hay mejor encuestado que un taxista. A fin de cuentas, llevan y traen información, opiniones, percepciones, críticas y mucho más, de manera sustancial y precisa, al margen de la exactitud o sesgos.
Aquí va la microhistoria. Tuve que cruzar Lima con urgencia, hoy es paro de transportista y prefiero no arriesgar mi tan mentada puntualidad. Tomé un taxi que bastante amable me ofreció buen precio, evidentemente hubo regateo y se quedó en una buena paga. Empezamos a hablar de trivialidades del clima y del combustible, hasta que le dije “¿Y por quién va a votar maestro?”. Muy sereno, bastante bien hilado de ideas y con ligera sonrisa me dijo:
“Mire joven, tengo más de 50 años y quiero mucho a este país, para responderle, debo explicarle que el oficio de taxista lo ejerzo porque me genera un ingreso extra, pero en realidad yo soy profesional, soy de esa población que se hizo de una carrera y la ejerce a medias. En los ochentas de estudiante sanmarquino era parte de una suerte de liberales de izquierda, muy críticos del Apra y de la izquierda comunista. Considerábamos que eran necesarios los TLC’s y liberar la economía a puja del mercado internacional, porque no se puede vivir de comerciar hacia adentro, sino es importante para el desarrollo también hacerlo hacia afuera. En esos tiempos era moneda corriente tener posición política y crítica hasta de las formas de cocción de las carnes. La juventud era militante de ideas políticas y siempre se generaban debates. Yo simpatizaba con lo que creíamos era un proyecto liberal que tenía como protagonistas a Bayli, Federico Salazar y algunos economistas, pero en el camino ellos solo respondían a una moda y no establecieron un proyecto político de verdad ¡Imagínese un Partido Liberal del Perú!, algunos de los mejores cuadros se fueron con Fujimori, otros se fueron al FMI y fueron absorbidos como funcionarios y técnicos. Toda una potencial oportunidad liberal de verdad se fue. Alan dejó el país en una situación muy grave, sobretodo para los grandes empresarios, que aun así no escarmentaron. Creía que el salto al neoliberalismo debía ser paulatino y dosificado, pero Fujimori lo hizo de forma violenta, valgan verdades, los viejos marxistas repiten que el único cambio de estructura es por la vía violenta, y en este caso fue así, el salto al neoliberalismo fue toda una revolución económica, pero la nueva generación de riquezas no se redistribuyó hacia abajo, sino se entrampó en las esferas y entornos del poder de turno. Ahí se equivocó ‘el chino’. De Toledo prefiero no hablar. Alan hizo un segundo gobierno bastante mejor, incluso comparado con el resto de gobiernos del continente. Aprendió y se superó a sí mismo de manera increíble, yo no le tenía fe, pero me demostró que es posible rectificar cuando tienes una segunda oportunidad y lo hizo. No simpatizo con él, pero le diré como peruano que gracias a él la clase media creció, y aunque conservo mi línea liberal en crítica a las políticas apristas, debo reconocer que dinamizó la economía en todos los estratos sociales, la gente consumía más porque había más y mejores empleos, había inversión pública y privada que hizo avanzar al país, es decir, se podía pensar en crecer y hacer negocios propios, eso que le llaman pequeñas empresas funcionó a un ritmo que se fue perdiendo con Ollanta. Entonces para responderle, aclarando que no simpatizo con el APRA ni Alan García, la gente como yo, cree que Alan García sabe gobernar, no titubea, sabe conducir el monstruoso Estado Peruano y genera confianza en los pequeños comerciantes y sectores que apuestan por hacer sus propios negocios. Yo, por mi familia y por su futuro, no puedo darme el lujo de arriesgar mi voto, por eso no solo votaré por Alan García, sino le haré campaña. Mire las obras o las estadísticas. Espero haberlo convencido o al menos incentivado a que vote por Alan, porque no creo que Keiko y Kuckzynski puedan darle vida y dirección a un eventual gobierno”.
-En la esquina me deja, muchas gracias y estamos de acuerdo, yo también votaré por Alan-.